Emaús
Un regalo del cielo nacido del corazón
Un regalo del cielo nacido del corazón
Emaús nació del deseo profundo de llevar almas al encuentro con el Amor más grande: Jesús. Todo comenzó en el año 1978, en la ciudad de Miami, Florida, dentro de la Casa de Retiros Dominicana. Allí, un grupo de mujeres de la parroquia Saint Louis, guiadas por Myrna Gallagher y bajo la dirección espiritual del padre Russell, respondió con valentía y ternura al llamado de Dios.
Durante un año entero, estas mujeres oraron con devoción, acompañadas por hermanos franciscanos, buscando ser dóciles a la voz del Espíritu Santo. Y fue Él quien las inspiró a crear un retiro basado en uno de los pasajes más bellos del Evangelio: el camino a Emaús, en Lucas 24, 13-35.
En ese relato, dos discípulos caminan con el corazón roto por la pérdida de su Maestro. Pero Jesús resucitado se les une en el camino, y aunque no lo reconocen al principio, sus corazones comienzan a arder con sus palabras… hasta que finalmente lo ven al partir el pan. Esta experiencia de encuentro y transformación se convirtió en el alma de cada retiro. Cada momento de Emaús está tejido con hilos de amor, esperanza y consuelo.
En un principio, los retiros estaban destinados solo a líderes de ministerios. Pero el amor de Dios es generoso y siempre quiere llegar a más corazones. Fue así como, en 1984, tras once meses de preparación llena de fe, se celebró el primer retiro en español para mujeres. Luego, en 1986, se llevó a cabo el primer retiro de hombres en inglés, guiado por el padre James Fetscher. Y en 1987, los hombres en español también comenzaron a vivir esta experiencia única. En 1988, el padre Russell, ya como párroco de San John Neumann, llevó el retiro a su nueva comunidad, abriendo nuevas puertas para que más almas se encontraran con Jesús.
Hoy, Emaús es mucho más que un retiro: es un movimiento de amor que nace del corazón de la Iglesia. Un espacio donde los laicos se dejan alcanzar por la ternura de Dios, donde las heridas encuentran consuelo y los corazones se encienden nuevamente con la llama de la fe.
Como lo expresó con sencillez un servidor llamado Raúl M.:
“La sutileza con la que el Señor te toca de forma muy profunda el corazón para transformar tu vida.”